¿Qué nos enseña The Wire sobre la Gestión de Proyectos?

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The Wire es tan rica en matices que podríamos encontrar en ella pasajes sobre cualquier aspecto de la conducta humana, pero sobre Gestión de Proyectos contiene un Master.

Para aquellos despistados que aún no hayan oído hablar de esta serie, os pongo al día: considerada una de la mejores series de TV, muestra en cinco temporadas (que podrían verse como una sola) las peripecias de policías, jueces, estibadores, educadores, políticos y periodistas de la ciudad de Baltimore. Iba a incluir también  a delincuentes, pero tengo que aclarar que estos se distribuyen transversalmente entre las otras categorías, así que añadiré como una nueva categoría la de narcotraficantes.

Y lo hace sin concesión alguna a la audiencia, evitando edulcorantes y trucos cinematográficos para hacerla más digerible. Aunque se emitió entre 2002 y 2008, como todo lo que en arte se considera un “clásico”, su vigencia es imperecedera.

Los creadores, David Simons y Ed Burns, nos sacan a pasear como nuevos Sres. Scroogs de un Cuento de Navidad, haciéndonos testigos de una realidad descarnada, en la que caben todas las miserias y grandezas de nuestra especie. Más las primeras que las segundas.

Pero vayamos al turrón. ¿Qué nos enseña The Wire sobre la Gestión de Proyectos?

Como ya está suponiendo mi linkediniano lector no encontraremos teorías sobre el valor ganado  (Earned Value) ni sobre el camino crítico. No oiremos hablar del “free float” ni del “Total float”. En general, al contrario que en muchos otros productos televisivos o cinematográficos de ficción, no se suele teorizar sobre los temas que aborda. La acción transcurre como en la vida misma.

Por tanto, los aspectos visibles de la Gestión de Proyectos son los más relacionados con la Interacción Social:

Supuesto: Consideraremos que un proyecto es  una investigación llevada a cabo por la Unidad de delitos graves, liderados, al menos en sus tres primeras temporadas, por el teniente Cedric Daniels.

Para aquellos que no la hayan visto y que tras la lectura de este texto se lancen ansiosos a visionarla, seré intencionadamente ambiguo para evitar desvelar eventos o sucesos que merece la pena descubrir al hilo de la trama.

El contexto y la gestión de los interesados.

‘Pueden masticarte, pero tendrán que escupirte’ Jimmy McNulty.

Cada proyecto  tiene un objetivo estratégico (por ejemplo, la reducción de la delincuencia en la ciudad mediante la captura del capo del narcotráfico que controla uno de los barrios más castigados) y varios sub-objetivos que, lógicamente, contribuirán a la consecución del objetivo principal.

Pero enseguida se impone la realidad de un contexto general que condiciona el proyecto. Por mencionar algunos:

  • Los intereses políticos de los grupos de presión de la ciudad
  • Los intereses particulares de los mandos policiales y los intereses de los propios miembros del equipo.
  • El conflicto racial que permea toda la vida de la ciudad.

Entender estos intereses y diferenciar quiénes reman a favor y quienes en contra es crucial para asegurar el éxito de la investigación.

Nuestro Jefe de Proyecto tiene que:

  • Mantener el apoyo de los defensores.
  • Mover la posición de los detractores hacia posiciones de ayuda
  • Mitigar el impacto negativo de los enemigos. Sin que le roben mucho tiempo, tiene que evitar que torpedeen la investigación, ayudándose de los otros grupos de interés.

El modelo de Gobierno y el Plan de Comunicación

‘Todas las piezas importan’ Lester Freamon.

¿Cómo describiríamos el modelo de Gobierno en la Unidad de delitos graves?

El teniente Daniels ejerce de auténtico líder, al estilo tradicional de un proyecto en cascada (no olvidemos que estamos hablando de cuerpos policiales fuertemente jerarquizados), si bien sus reuniones de equipo recuerdan más las propias de un enfoque Scrum, en las que cada miembro comparte qué hizo ayer, qué hará hoy y qué bloqueos le impiden avanzar.

Daniels facilita la sesión y, desde luego, se parte el pecho apartando las piedras del camino consiguiendo los medios técnicos (artefactos para las “escuchas” que dan nombre a la serie) y normativos (las autorizaciones judiciales) necesarios para mantener la actividad (y el plan) del equipo.

Pero, hay toda una estructura de reporte en la que se deben rendir cuentas a varios niveles organizativos, entre los que estaría lo que entendemos por un Comité de Dirección (Steering Commitee).

Me interesa aquí destacar la expresión  “rendir cuentas”. Podrás ver en la serie infinidad de reuniones en las que comandantes, subinspectores y concejales avergüenzan a los responsables de las unidades operativas, generalmente por dos motivos:

  • Deficiente información para explicar la situación de “los proyectos”
  • No cumplir las expectativas con relación a las “estadísticas”. Nosotros diríamos, por no alcanzar los SLA objetivos  o por unos KPIs por debajo de lo esperado.

No es hasta la cuarta temporada que en una de esas reuniones surge la pregunta que debe presidir todo buen Comité de Dirección que se precie:

  •  ¿Qué podemos hacer para ayudarte a conseguir el objetivo deseado?

La gestión del equipo de trabajo. El liderazgo

‘Un hombre debe tener un código’ Bunk.

Salvando la evidencia ya comentada de que la policía es un cuerpo jerarquizado, la serie muestra un espectro de estilos de gestión.

Desde el más democrático de Daniels, basado en la escucha activa y el convencimiento con argumentos basado en el prestigio ganado (auctoritas) hasta la imposición que emana de un cargo (potestas) tal y como la ejercen desde el sargento Herc Hauk (“lo haces porque yo te lo digo que soy tu sargento”), hasta el comandante William Rawls (Dtor. Del Departamento de Homicidios).

Pero no hablemos sólo de la policía. En los narcotraficantes hay claras diferencias en cómo entienden el liderazgo los capos de las tres primeras temporadas Stringer Bell y Avon Barksdale, al paternalismo de Frank Sobotka, representante del sindicato de estibadores del puerto de Baltimore.

Omar Little es un verso suelto en el mundillo del hampa (personaje favorito de Barak Obama  que se dedica a robar a los narcotraficantes) que comparte estilo con “el rey” del narcotráfico, Avon Barksdale: Ambos son fieles a un código de conducta que guía sus acciones tanto con sus equipos como con sus rivales.

Todos ellos, marcados a fuego con su impronta personal, se adaptan a otros estilos de liderazgo cuando la situación lo requiere: Como la vida misma.

El valor de la información y la creatividad

Un policía es tan bueno como sus informantes” Kima Greggs

¿Qué es una investigación policial sin datos? ¿Y para qué sirven los datos si no los analizo y busco relaciones causales entre ellos?

¿Y qué es un proyecto sin la toma de requerimientos?

Los buenos policías, como “Bunk” Mooreland o Jimmy MacNulty (dos de los más grandes personajes de la serie) siempre acuden a buscar el dato fresco y anotarlo en su libreta.

Los buenos detectives, como Lester Freamon, capturan ingentes cantidades de datos y se rodean de grandes analistas, como Prez Pryzbylewski.

El buen líder de la unidad de delitos graves (como Daniels, y no como Marimow) siempre tiene información veraz para actuar y para reportar en los foros pertinentes.

El equipo, como grupo que es más que la suma de sus individualidades, a pesar de algunos egos sobrealimentados, busca soluciones creativas para obtener la materia prima que necesita: la información.

Pero si tenemos que hablar de creatividad, os tengo que remitir a “Bunny” Colvin y a su brillante idea para reducir la delincuencia (que no os desvelaré). Idea, que, por cierto, no es ajena a soluciones aplicadas en nuestros entornos urbanos cercanos.

Conclusión

Con todas las artes aprendemos (y desaprendemos). Las escenas esculpidas en piedra de una catedral románica sirvieron para transmitir mensajes al pueblo iletrado. La capacidad multiplicadora de la imprenta aceleró la transmisión de mensajes en soporte papel.

Las artes escénicas nos ponen frente a personajes de carne y hueso representando papeles con los que nos podemos identificar.

The Wire, con inusual maestría, expone una variedad de habilidades profesionales y personales; y entre ellas, las que se aplican en la gestión de proyectos.

Las veremos en el curso de la acción y exige de nosotros una participación activa. Nos tenemos que levantar de la butaca y con un imaginario Scrooge o sin él, adentrarnos, sin molestar, en el escenario y discernir cuáles son las buenas prácticas de las malas.

Los creadores de la serie pretenden entretener y enseñar. Pero nos piden un esfuerzo para que nosotros obtengamos nuestro premio: disfrutar y aprender.

Publicado en Linkedin por Luis Hiniesto el 15 de febrero de 2021

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